Sinopsis:
La noche del 16 de junio de 1816, después de que Lord Byron y Percy B. Shelley discutieran largamente sobre la posibilidad de descubrir el principio vital de la naturaleza y transferirlo a un cuerpo inerte, Mary W. Shelley tuvo una memorable pesadilla sobre la visión de un monstruo creado por la ciencia humana. Éste sería el punto de partida de una de las obras más proféticas de la historia de la literatura: Frankenstein o el moderno Prometeo. Un drama romántico sobre la voluntad prometeica del ser humano, decidida a emular y planteando nuevos problemas morales de consecuencias desconocidas. Los recientes avances de la ciencias biológicas, en esta época de clones y transgénicos, nos invitan a recorrer, convirtiendo su obra en un clásico tan vivo y actual como hace casi 200 años.
Frases:
“Aprecio la vida, aunque sólo sea una sucesión de angustias, y la defenderé.”
“Pude haberlo matado arrojarlo al piso y destrozarlo, pero en vez mi corazón se encogió ante la muestra de su extrema crueldad y lo único que hice fue huir y llorar amargamente en mi escondite.”
Opinión:
Comentar sobre un libro como este nunca es fácil, pero el asunto se torna más complicado cuando a ti no te ha gustado. Probablemente todo se ha dicho de él y que el haber sido publicado hace 200 años y siga vigente en nuestra literatura cohíbe un poco.
Siento que no es necesario hablar sobre el argumento puesto que básicamente todos lo conocemos, debo aclarar que hay algunas diferencias entre el libro y la historia que nos hemos hecho de Frankenstein, pero no les veo gran relevancia como para cambiar la idea general.
El libro se mantiene en un constante cuestionamientos sobre lo que está bien o mal, lleno de enseñanza y de irracionalidad a la vez, dejando claras las ideas de una sociedad que, como ha sido desde siempre, teme y aborrece lo desconocido, que se empeña en asociar lo feo con lo malo sin dar cabida a ninguna otra posibilidad. En general, da para un largo y tendido debate, personalmente me inclino hacia el lado de la criatura con todas las consecuencias que según la trama esto conlleva.
A pesar de todo ello, que hasta cierto punto puedo considerar como bueno, la lectura para mí se tornó tremendamente aburrida, las cavilaciones y frustraciones de Víctor Frankenstein (el creador de “el monstruo”) se me han hecho eternas y tan repetitivas que llegué a saltarme párrafos de estas.
Adicional a que hay partes que me parecieron demás, aunque es bastante corto yo sentí que le sobraban páginas.
Es necesario que antes de decidir leerlo se tome muy en consideración que es una novela escrita en el siglo XIX, tanto por su estructura como por su lenguaje, que plantea los primeros pasos de la ficción literaria. Probablemente yo no llevaba esta advertencia muy clara y el resultado es que no lo disfruté.